No la pensó dos veces. Hoy está a una semana de graduarse de un curso que le permitirá trabajar en un empleo dominado por los hombres.

“Quiero trabajar en un poquito de todo, construcción, colocación de techos, plomería”, dice eufórica esta chicana, hija de padres mexicanos, residente del Este de Los Ángeles, y madre soltera de dos hijos.

“Yo vivo del reciclaje pero cuando vi el anuncio, dije ¡Dios mio, esto es para mí! me bajé de la bicicleta y me metí a preguntar”, narra.

Chico, de 44 años, es parte de un grupo de mujeres, principalmente de las minorías, que están siendo entrenadas por la organización no lucrativa Winter en empleos que tradicionalmente han estado reservados para hombres, como construcción, electricidad, fundición, carpintería y el manejo de materiales peligrosos.

“Lo estoy haciendo por dinero porque lo necesito, pero también porque me gusta. Tanto me ha interesado que a todas las mexicanas que veo les hablo de que pueden agarrar esta oportunidad. Este es un trabajo que podemos hacer. ¡Sí se puede!”, clama entusiasmada.

Una vez que se gradúan del curso básico de 10 semanas, la organización Winter, parcialmente financiada por el Departamento Federal del Trabajo, no las deja solas. “Nos ayudan a preparar nuestro currículum, nos dan botas, gasolina para ir a las entrevistas y hasta para la comida”, afirma Chico.

A sus 52 años, Cathleen Yampolsky, una anglosajona mitad nativoamericana, madre soltera de dos hijos, está dando un giro completo a su vida. Luego de recibir una carta de despido del Distrito Escolar de Long Beach el año pasado, decidió entrenarse como soldadora.

“La semana que entra voy a comenzar a trabajar con los trabajadores de la soldadura (Iron Workers)”, comenta orgullosa. Y revela que su aspiración es tener un negocio para hacer verjas, rejas de seguridad y canceles.

Yalmpolsky sostiene que aunque este tipo de empleos en los que Winter las adiestra han sido casi propiedad privada de los varones, hay en este momento una mayor apertura. “Nos están aceptando porque se han dado cuenta que somos más detallistas, más limpias, más organizadas y con más tolerancia al dolor”, observa.

Acepta que si bien se requiere cierto vigor para estos oficios, dice que “las mujeres necesitan aprender a usar la fuerza física que poseen en el trasero y las caderas, a diferencia del hombre que lo tiene en el torso”. También ayuda mucho mantenerse en buena condición física y hacer ejercicio.

Desde 1996, la organización Mujeres en Papeles de Empleo No Tradicionales más conocida por sus siglas en inglés, Winter, las adiestra gratuitamente en oficios que antes se consideraban solo para ellos.

Al año, instruyen a alrededor de 300 mujeres.

Jesse Durán, un militar retirado, instructor en el manejo de materiales peligrosos, afirma que a través de Winter tratan de darle a las mujeres la información que necesitan para cambiar sus vidas, ganar dinero y mejorar sus familias.

“El problema es que la sociedad nos enseña que las niñas juegan con muñecas, y los niños con carritos. Y no les hablamos de todas las oportunidades que tienen, y claro que pueden trabajar en puestos desempeñados típicamente por los hombres, solo es cuestión de enseñarles, porque no es cosa de fuerza física sino de mentalidad”, considera Duran.

“Si ellas están bien entrenadas y trabajan duro, pueden competir con cualquier hombre”, enfatiza.

Lo dice mirando al grupo que acaba de capacitar en una práctica de manejo de materiales de riesgo, “estas damas pueden ser un ejemplo para muchas mujeres. Pueden ir a las secundarias, cuando las niñas están tomando una decisión de qué carrera elegir, hablarles de su experiencia para que vean otras opciones en las que pueden hacer dinero”, indica.

Fuente: Laopinion.com