Son muchos los que comparan un contrato laboral con un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, no siempre ese interés es mutuo. Existen ocasiones en las que declinar una oferta puede ser la mejor opción. La cuestión es cómo hacerlo de manera que esa decisión no se vuelva en su contra. Así, para la directora de Lee Hecht Harrison, Nekane Rodríguez, “si uno acepta una oferta que no le gusta, en la que no encaja o que tiene condiciones en las que, de entrada, uno sabe que tendrá problemas para mantenerse a mediano plazo, lo único que está haciendo es una huída hacia adelante”.

Asegura que “la única razón que avala una decisión como ésta es la necesidad económica, porque desde una perspectiva profesional, aceptar puede suponer un freno para encontrar un trabajo en el que sí consolidarse y crecer”. En ese sentido, conviene valorar los pros y los contras:

l. Aceptar o no un empleo supone cubrir necesidades profesionales y económicas. Rodríguez advierte que “uno debe declinar siempre y cuando tenga claro que no es lo que quiere, busca o encaja en su vida, pero se entiende que es la necesidad económica o las cargas familiares las que pueden hacer inclinar la balanza”’.

2. Antes de considerar inaceptable una oferta, el director del programa de coaching ejecutivo de EOI, Manuel Nuevo, considera clave tener en cuenta dos factores: “El autoconcepto, como conjunto de ideas esenciales que cada persona tiene sobre sí mismo, y el proyecto personal, que comprende las metas que quiere alcanzar”.

3. Los expertos coinciden en que los límites éticos y legales son motivos más que suficientes para decir ‘no’. La directora de RRHH de Bove Montero, Silvia Forés explica que “los métodos de selección que utiliza la empresa pueden llevar a cuestionarse si es un sitio en el que merece la pena trabajar. Por ejemplo, si en el proceso el candidato se ha sentido ridiculizado o atacado, quizás trabajar allí no es lo más adecuado”. Forés afirma que la cultura y el estilo que se respira en la selección, dan pistas muy claras sobre la personalidad de la compañía.

4. Uno de los aspectos sobre los que Juan José Hernando, fundador de MFL Coaching, hace hincapié tiene que ver con el orgullo profesional. “Podría pensarse que a medida que se adquiere edad y experiencia la decisión de no aceptar cualquier oferta de trabajo va siendo más fácil. Las personas son cada vez más conscientes de que el paradigma del empleo ha cambiado. Ya no se va a trabajar en el mismo sitio toda la vida y cobra más importancia la planificación de carrera”, apuntó.

Es esta reflexión la que, salvando las necesidades económicas, está llevando a un número creciente de profesionales a decir ‘no’. Para Hernando, pueden llegar a ser los condicionantes mínimos para aceptar o rechazar una oferta.

5. Otro factor que puede influir es el que explica el socio de Grupo Persona, Javier Martín de la Fuente. “El candidato debe valorar qué puertas le puede cerrar aceptar un empleo que, inicialmente, no se ajusta a sus objetivos. En el caso de los puestos de responsabilidad, dar un paso en falso significa un deterioro de la marca personal. Aunque algunos se consideran unos expertos en ocultar su paso por determinada empresa o haber desempeñado un rol, eso tarde o temprano sale a la luz”, comentó el experto.

6. Rechazar un empleo no es cuestión baladí. Si no se encaja en la cultura de la empresa resultará más sencillo. Sin embargo, si la compañía interesa, pero no el puesto, hay que dejar claro por qué. “Justificar con datos y elementos contrastables que estás cualificado para otra posición o que puedes aportar un valor añadido es una opción con la que es posible dejar la puerta abierta”, añade Martín de la Fuente.

Nuevo apunta que, además de agradecer la oferta y resaltar la sintonía con la empresa y proyecto de negocio, “conviene mantener la relación para otras oportunidades en el futuro… o se pueden ofrecer pistas para identificar a otros posibles candidatos al puesto”.

7. No obstante, Forés es de las que afirma que nadie puede permitirse el lujo de perder oportunidades, por más preparado que esté. “Todos estamos expuestos a encontrarnos en una situación de búsqueda. Es mejor estar siempre receptivo, escuchar y no cerrarse puertas”, alerta. Hernando advierte de que, en ocasiones, “cuando el candidato comunica qué es lo que está buscando y por qué, y lo hace sin arrogancia, la empresa puede cambiar la oferta y adecuarla a lo planteado… Otras veces lo dejará pasar y buscará otro”.

8. No conviene ser prepotente ni humilde cuando se declina una oferta laboral. Nuevo explica que hay situaciones en las que se intenta conseguir un empleo para seguir buscando desde una posición más segura y valorable. “En la selección se valora más a un candidato que intenta mejorar su empleo que a otro que no lo tiene. En estos casos hay que mentalizarse y aceptar emocionalmente que el empleo de hoy es un paso hacia otro mejor en el futuro”, recomienda.

Fuente: Elobservador.com.uy