Pides algo y no te hacen caso. Pides algo y cae en el olvido. Pides algo y nadie se da por enterado. Pides algo y no entienden bien lo que querías. ¿Qué está fallando? Saber pedir a otros es algo que se da por hecho, pero que en la vida real no todo el mundo sabe hacer bien. Es cuestión de unos pocos detalles.

Directo: empieza por lo importante

Olvida las introducciones, no des rodeos, ve al grano. Empieza por lo que tienes que pedir y deja claro, ya desde la primera frase, que le estás encargando una tarea que debe terminar.

“Tengo una tarea para ti: necesito que para el martes termines el informe”.

“¿Puedes terminar ese diseño para finales de la semana que viene?”

“¿Puedes entregar esta propuesta por mí? La necesitan el martes a primera hora”.

Piensa antes y te costará muchísimo menos ir directo a lo que tienes que pedir. Las personas más eficaces y solventes van “directo al grano” cuando piden las cosas.

Conciso: aligera y concentra

En la mayoría de las ocasiones no hay que contar todo, hacer una composición de lugar, o montar un planteamiento-nudo-deselence. Los datos y detalles irrelevantes diluyen la claridad de tu mensaje. Cuanto menos paja, más sencillez, mejor interpretación, acciones más claras.

¿Qué información necesita saber? ¿Qué datos le tengo que dar? ¿Qué cosas necesita tener para terminar o entregar eso? Cuando sabes eso sintetizas y concentras tu mensaje. Pides tus cosas de forma más clara. Es zumo concentrado.

Preciso: incluye siempre el QUÉ y CUÁNDO

Dos palabras de oro que deberían estar puestas en las paredes de todas las oficinas del planeta. Porque para el trabajo en equipo son sagradas. Y sobre todo el Cuándo es algo que se tiende a descuidar.

QUÉ es lo que tiene que hacer la otra persona (la tarea dicha de forma directa, concisa, clara, con lenguaje para humanos).

CUÁNDO lo tiene que hacer. Por favor, nunca nunca nunca olvides decir clarísimamente la fecha u hora de las cosas que pides a otros (igualmente, tenlo claro cuando otros te pidan algo).

Fuente: Plusempresarial.com