Los colores más bien fríos, como el azul o el verde quedan perfectos para habitaciones interiores. Si hablamos de azul cielo y verde turquesa está claro que aportarán luminosidad y algo de vida a rincones más bien oscuros. De igual modo sucede con el amarillo y el naranja, vistos en la cultura oriental como sinónimos de relax.

En este caso, podemos decorarlos en grandes comedores y en el despacho, ya que se dice que los colores ocres fomentan la concentración y la imaginación a la vez. Mientras que el blanco, símbolo de pureza, siempre queda perfecto en cualquier parte. Lo podemos elegir para baños interiores con ausencia de luz natural.

Los rosas, los rojos o los negros dan un toque de elegancia y distinción a habitaciones, pasillos y hasta recibidores. Los colores fuertes dan sensación de alegría, pero también nos pueden poner algo nerviosos, por lo que no son aconsejables para las habitaciones de los niños o para el rincón donde queremos leer y desconectar del mundo.

Sin embargo, los lilas, azules, rosas pálidos y beige son los mejor quedan para habitaciones, especialmente para los más pequeños. Estos colores les ayudan a relajarse y a dormir mucho mejor.

Las últimas tendencias marcan brillos, como dorados y plateados en salas de estar y en baños; y ocres en habitaciones y hasta negros (siempre con muebles claros) en espacios abiertos con grandes ventanales.

Fuente: Mundohogar.com