“Es una región donde los proyectos mineros se imponen a sangre y fuego”, dijo el coordinador del OCMAL, César Padilla, quien sostuvo que la minería se ha convertido en una actividad de destrucción y de amenaza, generadora de conflictos.

Según el mapa del Observatorio de Conflictos Mineros, en América Latina hay 165 conflictos localizados en la región. Perú encabeza la lista con 28, le siguen Argentina y Chile con 25, Brasil con 21 y Colombia con 16.

Desde el “boom” minero de mediados de los 90’, el proceso de la relación entre las comunidades, las empresas mineras y el Estado ha sido tortuoso. Cada vez es más difícil desarrollar proyectos de forma armónica.

En este escenario, el protagonista ausente como siempre es el Estado. “Es el patrón que se repite en toda la región. Quien más apoya la idea de que la minería es sinónimo de desarrollo son los Estados. Es que hay un lobbie de los países mineros, especialmente canadiense, sobre los gobiernos para vender el modelo minero, que nosotros nos la hemos comprado como si fuera parte de nuestra salvación”, agregó.

Para Padilla, el Estado, como consecuencia de una visión neoliberal, plantea que los conflictos mineros son conflictos entre privados, donde el Estado no tiene ningún rol. Está muy comprometido con el modelo de desarrollo extractivista.