Estos son ocho ejemplos de esas cosas que no queremos tener en casa.

1. Polvo. Nunca podremos librarnos de él y será el eterno mal contra el cual tendremos que luchar. Barrer, aspirar y limpiar cada repisa y mueble de la casa es nuestra mejor arma para combatirlo. No nos queda de otra.

2. Cualquier tipo de plaga. Ningún tipo de animal es bienvenido en casa salvo tus mascotas. Pulgas, zancudos, ratas, moscas, polillas y otros fastidiosos inquilinos son la peor pesadilla para cualquier propietario.

3. Palomas. Es imposible hacer que estos animales desaparezcan pero no hay nada peor que encontrarte con una dentro de casa. Además del susto que te da al salir volando despavorida, atraparla para sacarla es un trabajo complicado. Procura cerrar bien tus ventanas y puertas para que se queden solo en el jardín.

4. Luces fluorescentes. Este tipo de luces es la menos acogedora que se puede escoger para colocar en casa. Son frías y te dan la sensación de estar en una oficina o en la sala de un hospital.

5. Animales disecados. Hay personas que tienen cierta fascinación por la taxidermia y están en todo su derecho. Sin embargo, decorar teniendo este hobbie como el centro de todo no es una buena idea. Es un poco extraño y puede asustar a cualquiera, especialmente a los visitantes más pequeños.

6. Flores falsas. No todas las flores artificiales son feas, todo depende del buen gusto del dueño de casa. Si bien la mejor opción será siempre decorar con plantas naturales para darle un toque colorido a la casa, pero si decides usar flores falsas por comodidad busca las que tienen el aspecto más natural posible.

7. Mascotas sucias. Nuestras mascotas alegran el hogar con sus ocurrencias y su compañía. Pero si hay algo que detestamos es cuando vuelven de su caminata diaria o de jugar en el jardín y dejan todas sus huellas en el piso recién limpiado. Peor es cuando está mojados y deciden sacudirse en toda la sala, cocina o cualquier otra habitación.

8. Platos sin lavar. No hay nada peor que entrar a la cocina y ver los platos sucios por todas partes. Es antihigiénico, da un mal aspecto y es poco funcional ya que si necesitas un plato o taza con urgencia tienes que lavarlo para poder usarlo. Lo mejor es limpiar apenas termines de usar el utensilio.

Fuente. Casa y Más