Cinco características que diferencian a aquello que solamente se sienten empleados de quienes realmente están preparados para convertirse en emprendedores.

Los emprendedores se educan más de lo que se entretienen

No nos referimos solamente a carreras universitarias, especializaciones, maestrías o doctorados, sino a aquel factor que resulta determinante en el mercado: la experiencia. No estamos aconsejándote que te encierres en el trabajo las 24 horas del día durante toda tu semana, pero sí que priorices entre la actualización de tus pendientes, las necesidades de tu trabajo, los cursos que puedan ofrecerte nuevas capacidades, o asistir a la fiesta de un amigo.

Los emprendedores tienen una poderosa perspectiva del fracaso

Si no estás listo para enfrentarte a un posible fracaso, entonces aún no estás preparado para dar el paso principal como emprendedor. No se trata de iniciar tu proyecto con un pensamiento negativo, pero si de tener una percepción positiva respecto al fracaso. Y es que, incluso si tu proyecto no consigue el éxito esperado, deberás ser capaz de conseguir las mejores lecciones a raíz de este fracaso, estás preparado para analizar qué fallo y tener la disposición suficiente para levantarte y continuar intentando.

Los emprendedores encuentran soluciones, los empleados solucionan problemas

Solucionar un problema es una respuesta temporal a una falla. Al final, el error vuelve a aparecer y termina resultando más costoso. Como emprendedor, es tu trabajo encontrar soluciones que puedan durar, que apliquen para situaciones futuras y para más de una ocasión. Así, te adelantarás a posibles problemas futuros y llevarás la ventaja.

Los emprendedores dan y reciben halagos y correcciones, los empleados no halagan y evitan ser corregidos

Hay una regla que deberás tener siempre en mente: HCH (Halago, Corrección, Halago). Un emprendedor es capaz de dar y recibir un halago, pero debe luego ser capaz de estar dispuesto a otorgar o escuchar una corrección necesaria, y nuevamente otro halago que permita reconocer el trabajo bien hecho. Además, esta estrategia permite crear mejores canales de comunicación y confianza con los trabajadores.

Los emprendedores dicen: ‘hasta aquí con los pretextos’, los empleados dicen: ‘no es culpa mía’

Si las cosas están fallando y tu respuesta es que es culpa de tu compañero, de lo antigua que está tu computadora, del ambiente en la oficina, de las instrucciones de tu jefe o de cualquier otra cosa que se te ocurra, estás amparándote en excusas y pretextos en vez de asumir tu responsabilidad. Acaba con esta mala costumbre y comienza a enfrentar y buscar soluciones a los problemas de raíz, transformando las excusas en motivos para conseguir mucho más.

Fuente: Plusempresarial.com