Para entender el poder transformador que puede tener una crisis financiera, hay que recordar cinco colapsos económicos que cambiaron el curso de la historia, derrumbando imperios, alterando sistemas económicos y cambiando el equilibrio del poder global.

1929: La Gran Depresión

El crecimiento económico de los años 20 del siglo pasado destacó por la introducción de nuevas tecnologías, productos innovadores en el sector financiero y un entusiasmo sin límites por emplearlos por todos los sectores.

Sin embargo, una exuberancia irracional, combinada con un exceso de recursos prestados (créditos) creado por las innovaciones financieras de la época, finalmente elevó los precios de mercado muy por encima de sus niveles lógicos.

El largo camino hacia la recuperación de la crisis duró 25 años, pasando por una guerra mundial y una transformación irreversible de las instituciones gubernamentales.

1789: La Revolución Francesa

La Francia prerrevolucionaria era una nación en la que las élites adineradas engordaban mientras las masas pasaban hambre. La nobleza, el clero y la burguesía de clase media-alta suponían alrededor del 10% de la población francesa, pero tenían aproximadamente la mitad de todos los ingresos nacionales en 1788.

Paradójicamente, la Revolución Francesa estalló después de que el rey Luis XVI destinara demasiado dinero del perteneciente a la corona a la revolución estadounidense.

La sangrienta revolución que siguió sacudió a Francia durante una década, llevando directamente a la época napoleónica y a la eventual transformación de Europa, que pasó de ser un mosaico de territorios vagamente alineados a albergar a varias potencias imperiales.

1720: Las burbujas de las compañías del Mar del Sur y del Misisipi

Aunque la burbuja de los tulipanes es más conocida, las burbujas gemelas de South Sea Company (la Compañía del Mar del Sur) y la Compañía del Misisipi, hinchadas en Gran Bretaña y Francia a principios del siglo XVIII, tuvieron un impacto mayor en el mundo financiero global.

Ambas burbujas se capitalizaron sobre el enorme interés público por las crecientes colonias americanas de los dos países y su potencial económico y ambas estallaron por la acción de charlatanes hábiles que gozaron del apoyo explícito del Gobierno.

Antes de estallar, las burbujas se habían hinchado hasta tamaños verdaderamente asombrosos.

1627: La quiebra del Imperio español

Las vastas riquezas de oro y plata (unos tres billones de dólares) que mantenía el Imperio español a finales del siglo XVI gracias a las expediciones de los conquistadores al Nuevo Mundo, financiaban las numerosas campañas militares que llevaba a cabo en Europa.

Pero las constantes guerras y ocupaciones militares agotaban el tesoro español, que sufría una presión inflacionaria debido al influjo de plata y oro del Nuevo Mundo.

En lugar de reformar las finanzas reales, el ineficaz rey Felipe III condenó a España a un descenso hacia la irrelevancia a largo plazo. El impago de las deudas de la corona impidió que el Imperio sofocara una rebelión holandesa en 1607.

235: La crisis del tercer siglo y el declive de Roma

El tardío Imperio Romano, que se había expandido por todo el Mediterráneo y hasta partes de Oriente Medio, África y Asia Menor, vio su economía empezar a resquebrajarse en el siglo III.

La lucha por el poder de diferentes dinastías y el asesinato del emperador Alejandro Severo a manos de sus propios soldados en el año 235 rompió la cohesión interna del Imperio y destruyó de este modo su red comercial.

La degradación de la moneda estaba fuera de control, mientras el Imperio perdía también su dominio sobre las provincias exteriores y se veía obligado a acuñar monedas con cada vez menor cantidad de metal precioso.

Ciudades y pueblos de todos los tamaños se arruinaban y destruían, porque Roma ya no podía pagar a las legiones que siempre habían mantenido la paz dentro de sus fronteras y garantizado la seguridad de los comerciantes y viajeros a lo largo de miles de kilómetros de carreteras.

Fuente: Actualidad.rt.com