Por ello, es importante tener conocimiento de las fuentes de inversión a las que puedes recurrir. En su mayoría ofrecen riesgos muchos más bajos que endeudarse con un banco. Selecciona el más conveniente y deja como última opción el capital personal. Para presentar tu proyecto debes saber realmente cuánto y para qué vas a necesitarlo, presentando un plan de negocios concreto y ajustado a la realidad.

A continuación, te ofrecemos una serie de recomendaciones a tener en cuenta al momento de buscar inversión para tus proyectos:

1. Con los pies en la tierra

Si bien el optimismo tiene que estar en tu cartera de cualidades, éste no siempre es buen amigo al momento de recaudar dinero. Es mejor que tengas bajas expectativas para que no te deprimas en caso de que se le niegue el financiamiento.

2. No perder el objetivo

Un error común es descuidar el proyecto una vez que ha arrancado, por concentrarse en la recaudación de fondos. No te olvides que tu idea es el activo más atractivo para los inversionistas, por lo que no debes abandonarla. De ahí la importancia de que en el equipo de trabajo, uno de los miembros se dedique a atender los asuntos económicos, mientras el resto sigan consagrados a la buena marcha del proyecto.

3. Siempre realista

Uno de los mayores riesgos que corren los emprendedores radica en darle excesiva cabida a la capacidad de engañarnos a nosotros mismos, creando falsos panoramas que terminan resultando perjudiciales.

4. La cantidad de dinero, no es directamente proporcional al éxito

Ya es obsoleta la costumbre de que para un arranque es necesaria determinada cantidad de dinero, pues no debes tener una cantidad fija para plantearte un crecimiento. La idea que debe transmitir el emprendedor es: vamos a tener éxito, no importa con cuánto dinero contemos. Tener más simplemente nos permitirá hacerlo más rápido.

5. Al iniciar, tratar de sobrevivir con lo mínimo

Arrancar con un par de fundadores puede traducirse en tener gastos tan bajos que podría alcanzarse la rentabilidad con poco dinero en poco tiempo. Esto no significa llevar “una vida de perro”, pero sí tener suficiente disciplina para organizar la economía durante los meses de arranque para sobrevivir con los recursos propios, los que vaya generando el proyecto y sin languidecer por no contar con una inyección económica externa. Este perfil de emprendedores es del agrado de los inversionistas; aquel que no está desesperado por la inversión. No hay nada mejor para los inversores que percatarse de un arranque que parece tener éxito sin ellos.

6. Perseverancia y mucha paciencia

Probablemente el rechazo de los primeros inversores te hará comenzar a dudar de ti mismo, y si bien es necesario evaluar y observar los asuntos que pueden estar fallando, lo peor que puedes hacer es desmoralizarte. Los inversores apoyan generalmente 10 de cada 200 proyectos que postulan a financiamiento, por lo que no debes pensar que se trata sólo de ti. Existen otras decisiones detrás del rechazo.

7. No cualquier inversor es el adecuado

Tu situación no debe ser tan desesperada como para involucrarte con gente que está dando sus primeros pasos en inversiones y que desconocen cómo se desarrollan estos procesos. La situación puede terminar siendo desgastante y desembocar en la ruina del proyecto. En el caso de verse en esa necesidad que sea sólo como complemento a rondas más amplias donde esté involucrada gente experta.

8. Entre más opciones encuentres, mucho mejor

Considerando la alta tasa de rechazos que recibirás de parte de los inversionistas (que está fuera de tu alcance) es indispensable que sepas descubrirlos en el menor tiempo posible. Ello significará un menor desgaste en el proceso de recaudación. No te cierres a tener negociaciones con varios inversores al mismo tiempo, es símbolo de seguridad, y reiteración de que no estás a expensas de la decisión de un tercero para sobrevivir.

Fuente: Webonomía

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