El Centro de Producción de Biológicos del Instituto Nacional de Salud (INS), comúnmente conocido como Serpentario, es una institución dependiente del Ministerio de Salud, ubicada en Chorrillos.

Se encarga de criar arañas y serpientes que son comunes en Perú, para estudiarlas y crear antídotos contra las ponzoñas de especies venenosas, que serán usados por la población en general.

“Estos animales son recolectados de lugares cercanos de Lima, los mantenemos acá y con ellos creamos los antídotos”, dijo Walter Silva, especialista encargado del lugar, a Peru.com.

El Serpentario cuenta con diversos ambientes. En el primero hay las especies más comunes de arácnidos encontrados en el país: La letal loxósceles laeta (araña casera), la viuda negra, la araña de jardín y la tarántula, entre otras. La mayoría no son especímenes disecados, están vivos, pero encerrados en frascos. Los visitantes no deben temer.

Silva explicó que la loxósceles laeta posee uno de los venenos más temibles, que incluso puede matar a una persona. Una especie que puede ser hallada en las casas, detrás de los cuadros, de los armarios, roperos, en la cabecera de las camas o debajo de ellas. Por tal motivo, el especialista recomienda que es necesario una limpieza periódica.

“En el humano puede tener efectos como inflamación, dolor y puede ocasionar también la necrosis, es decir, la destrucción del tejido. En otros casos, también puede afectar la salud general del paciente, puede haber malestar general, mareos y también el compromiso renal, lo que podría conllevar a la muerte si es que el afectado no tiene un tratamiento adecuado”, señaló.

También está la viuda negra, de color negro y con abdomen bastante globoso, y con una toxina que produce un problema cardiorespiratorio. La araña de jardín, explicó Silva, se parece a la loxósceles, pero en la parte del abdomen tiene manchas y es un poco más grande y menos venenosa. La tarántula es la más dócil, su veneno tiene toxinas inocuas para el ser humano.

En el mismo ambiente también hay serpientes disecadas, maquetas, cuadros informativos, todo ello para que los visitantes conozcan* qué hacer si se topan con estos especímenes*.

Las serpientes están separadas en dos salas distintas. En una se encuentran las no venenosas. Uno puede acercarse a ellas sin tanto temor, puede tocar y acariciar a las más pequeñas, pero debe tener cuidado con las más grandes, ya que a pesar de no ser venenosas, sus mordidas podrían hacer pasar un mal rato.

En la segunda sí están las más peligrosas. Los visitantes sólo pueden apreciarlas a través de una pared de vidrio que impide a estas serpientes acercarse o atacar a las personas.

Desarrollando los antídotos

Silva explicó que a todos estos animales (serpientes y arácnidos) les sacan el veneno para inocularlo a un caballo en pequeñas dosis.

“Esto causa que el caballo genere defensas contra el veneno que se le inyectó. Después de dos meses de habérsele inoculado el veneno, el animal llegará a un nivel estándar de anticuerpos y ahí es donde se produce la sangría. Entonces se le saca sangre al caballo”, indicó.

Agregó que el caballo en ningún momento sufre, porque las cantidades de veneno son mínimas. Además, la sangre que se le saca equivale a 8 litros, “pero está en la capacidad que el animal puede dar, no es mermarle la salud”.

Posteriormente, explicó, esa sangre es procesada en el laboratorio. Los glóbulos rojos son regresados al caballo. Lo que queda en el laboratorio es el plasma en donde están alojados los anticuerpos. Se purifica y se obtienen los sueros, los cuales son clasificados dependiendo de qué veneno se le inoculó al caballo inicialmente, es decir, si se le inyectó ponzoña de cascabel, el antídoto que se obtenga será sólo contra el veneno de esa serpiente.

Para tomar en cuenta:

El Serpentario atiende los martes y jueves desde las 9:00 hasta las 12:00 horas, previa coordinación. Se encuentra ubicado en la Sede de Chorrillos del Instituto Nacional de Salud, Av. Defensores del Morro Nº 2268. El ingreso es gratuito.

Por: Gustavo Muñoz (@Gustavo_MP)