Esta celebración se originó en Gran Bretaña en el siglo XIX y se fue propagando por el boca a boca a lo largo y ancho del planeta.

En este día se realizan diversas actividades en el mundo entero, como batir el récord del beso más largo del mundo (46 horas, 24 minutos y 9 segundos).

Se desconoce cuándo la humanidad decidió besarse, pero las referencias más antiguas datan del año 2,500 a.C., en las paredes de los templos de Khajuraho.

Según el sitio RT, una de las teorías sobre el origen del beso proviene de la mitología griega. “Según la leyenda, los seres humanos tenían cuatro brazos, cuatro piernas y dos cabezas. Un día, furioso por la arrogancia humana, el dios Zeus la dividió en dos partes, la femenina y la masculina. Según el mito, la única posibilidad de volver a unirse es a través del beso”.

Besarse no solo permite pasar un agradable momento, sino que según los últimos avances médicos, un beso estimula la parte del cerebro que libera oxitocina en el flujo sanguíneo, creando una sensación de bienestar. La oxitocina es una hormona que influye en funciones básicas como enamorarse, orgasmo, parto y amamantamiento, está asociada con la afectividad, la ternura y el acto de tocar.

Además, los besos apasionados provocan la liberación de adrenalina en la sangre, la que a su vez aumenta el ritmo cardíaco, la tensión arterial y el nivel de glucosa en la sangre, disminuyendo así el riesgo de sufrir un ataque cardíaco.

¡Feliz Día del Beso!